Isabel Coixet estrenó su última película en la pasada edición de la Berlinale rodeada de la polémica, por la propia película en sí y por su producción. Ya sucedió con otras películas importantes en otros grandes Festivales debido a la producción de Netflix y el conflicto de estreno en cine vs. la plataformas VOD. Pero lejos de esta polémica, lo que nos ocupa y de lo que nos gusta hablar es de película como tal. Como ya sucede con la directora catalana, las opiniones están enfrentadas. Sin lugar a dudas, la película es una declaración de intenciones de la misma Coixet. «Elisa y Marcela» son dos mujeres gallegas que se casaron a principios del siglo XX, intentando esquivar de forma muy creativa la intolerancia y los chismorreos, que aún hoy parecen perdurar. La película trata un tema muy importante de visibilidad y de relato histórico muy destacable, en especial en los tiempos actuales cuando se cuestiona la igualdad desde diferentes sectores de la realidad española y mundial. La importancia de la película lo es por su historia y es muy necesario contar y dejar huella de historias así. Sin embargo, el filme flojea mucho si tenemos en cuenta la estética tan limpia: imagen muy televisiva y muy nítida para el contexto donde se desarrolla (la Galicia Rural de hace más de un siglo). Esta estética tan pulcra y tan de Netflix nos saca de lo preciosa y curiosa que es la historia de estas dos mujeres. El cine de Coixet polariza las opiniones pero pese a lo lento o previsible que puede llegar a ser en algunos momentos, desde luego es una película necesaria.
Las actrices generan un ambiente muy próximo y muy íntimo, con símbolos gastronómicos gallegos incluidos. Quizás un acento más gallego hubiese ayudado a involucrar al espectador en la historia. Momentos eróticos, sensibles y hasta cómicos ayudan a digerir los momentos lentos de la película donde, sin lugar a dudas, las imágenes finales son las que te hacen pensar en lo realmente importante que es un largometraje así. Un punto importante a su favor porque al acabar la película, te quedas mirando a la pantalla con la sensación de no saber si te ha gustado o no.
Lo mejor: las actrices y la historia, sobre todo sabiendo que fue inspirada en hechos reales.
Lo peor: la imagen tan pulcra y tan HD de televisión.
Jorge A. Trujillo