Un profesor de la facultad nos decía que no hay nada más político que una película y siempre lo he pensado y defendido. Aquí va un claro ejemplo de cómo el arte siempre te lleva a hablar de posiciones y visiones de la vida, es decir, de lo político en todos los aspectos. Le han llovido críticas por todas partes a la nueva película de Olivier Assayas, “La red avispas” que finalmente se acaba de estrenar en Netflix por todo el asunto de la pandemia. Las críticas se centran en la mezcla de géneros, que es cierto que no acaban de generar una coreografía que encaje en todo los aspectos que se quieren tocar, desde el thriller político, película de espías o drama familiar. ¿Pero realmente es tan mala? ¿quién conocía la historia de los cinco cubanos encarcelados? ¿Quién hablaba del bloqueo económico que ahoga a un país? Sin entrar en una posición gratuita de atacar cansinamente el sistema político de Cuba ¿quién recuerda los atentados contra la isla? ¿Y quién habla de los grupos terroristas que atacaron impunemente? ¿Quizás lo que molesta o lo que choca a la prensa es que no sea una película completamente beligerante contra Cuba, como siempre ha sido? Yo creo que ahí está el acierto de la película y es con lo que me quedo.
Assayas no hace una película perfecta ni redonda pero muestra temas de los que no se hablan sobre Cuba. Pese a que han habido cambios y no hay obsesión con un enfoque sobre algún tema cubano, recuerda asuntos olvidados, ocultos o manipulados en el imaginario colectivo sobre este país. La película marca grandes grises y matices que existen en cómo nos habían contado la historia de quiénes eran los buenos y quiénes los malos. Aquí se dan muchas vueltas a la tortilla y sin marcan una línea clara, se ven muchos grises donde antes sólo se mostraban bandos de buenos y malos. Resulta que el país socialista no es tan salvaje como nos lo venden y que el país de la libertad pues no lo es tanto. Quizás quienes ya conocíamos la historia de estos cinco agentes infiltrados cubanos en los grupos terroristas anticastristas de Miami nos sorprende una película así y que no demonice al lado cubano sin matices. Queda clara la falsedad del país de la libertad con respecto a su prepotencia y todo su aparataje que funcione en pro de intereses. El papel del FBI, con toda la documentación cedida por las autoridades cubanas, sólo es usada para detener a los agentes antiterroristas cubanos y no a los grupos terroristas anticomunistas. Las palabras de Bill Clinton y las imágenes de Fidel Castro son contrastables con lo que ves en la película. Esto nos muestra la hipocresía de uno y señala la escala de partida de dos países puestos en una injusta balanza. En la obra vemos también el uso de la pobreza como un arma para dominar y usar con fines violentos. Evidentemente como quieren tocarse aspectos políticos y familiares, quedan muchas cosas más en el aire, adaptaciones a la narrativa cinematográfica y para el público de nuestras sociedades que han crecido con la imagen idílica de Estados Unidos y demonizada de Cuba. Por tanto, es una película que, desprendiéndose de lo que significa un país muy pequeño bloqueado por la mayor potencia del mundo y de lo vergonzoso que fue el juicio contra estos cinco cubanos, muestra al gran público discursos menos maniqueos de esta realidad poco conocidas por en el mundo.
Entrenando en las interpretaciones, las tres grandes señaladas serían la de sus protagonistas, desde Edgar Ramirez, Gael García Bernal y la espectacular Penélope Cruz, que nos atrapa y conquista con su trabajadisimo acento cubano. Conociendo ya esta historia de los cinco cubanos, incluso, ingenuamente, me preguntaba quiénes eran los agentes cubanos. Te crees a sus protagonistas y los giros que dan, marcados por el guión y la dirección. El gran trabajo de dirección y de los actores haces que simpatices con los agentes cubanos que defienden su país, cosa difícil de ver en otras películas cuando estos defienden una ideología como la comunista (sin que entren en terminología puramente militante). Por eso la película es interesante, porque nos muestra matices de quienes pensábamos siempre que eran los malos. Pero también, está ese enfoque personal y familiar que muchas veces se olvida desde la otra parte, desde la militancia comunista. Por tanto, el matiz está servido y pese a que no es una película que quiera seguir paso a paso y contar el cien por cien de la historia de los cinco cubanos, sí deja sobre la mesa esa fina línea que antes ni existía cuando nos informan o nos contaban asuntos o temas sobre Cuba.