En marzo de 1975, en la ciudad de Parma, hubo un partido de fútbol espontáneo. No fue entre dos equipos profesionales, eran dos equipos de rodaje, los de Saló, o los 120 días de Sodoma y Novecento. Las películas las dirigían Pier Paolo Pasolini y Bernardo Bertolucci respectivamente. Fue un encuentro espontáneo porque en el Parque de la Ciudadela de Parma no iba a haber encuentro alguno, tan solo se estaban rodando ambos films a pocos kilómetros de allí. El director de este documental, Alessandro Scillitani, nos muestra como surgió todo, a base de declaraciones y documentación. Al parecer, además de la coincidencia de la cercanía de los dos rodajes, hubo un conflicto en el pasado entre los dos intelectuales italianos, el problema es que no nos dice cuál fue. Toda historia necesita un conflicto, el que sea, pero en este caso no existe, o no lo conocemos. Lo que nos ofrece Scillitani es tan solo la preparación y consumación del partido amateur (o “de costellada”, como decimos en Cataluña) que se hizo entre los dos equipos de rodaje. Me pregunto si ahondar en ese roce que tuvieron estos dos autores hubiera hecho de ese encuentro algo más interesante que el simple factor deportivo como nos narra el documentalista.
El director recurre a muchas (tal vez demasiadas) declaraciones a cerca de los preparativos y la difusión que hubo en la ciudad. Lo más interesante es cuando incide en la rivalidad de la propia naturaleza de las dos películas: Novecento era una superproducción con grandes estrellas mientras que Saló, o los 120 días de Sodoma era más modesta. Es por eso que la idea de Scillitani de hacerse con el evento futbolístico en tanto que tour de force del enfrentamiento entre los dos grandes cineastas, nos sirve como propuesta para imaginar otros duelos entre grandes del cine a los que la historia los puso, si no cara a cara, un poco de perfil. Los partidos podrían haber sido: Chaplin contra Keaton, Coppola contra Scorsese, Buñuel contra Berlanga, Godard contra Trauffaut, Fellini contra Visconti, Hitchcock contra Wilder, Ford contra Ray, Welles contra Kubrick, y Tarantino contra el resto del mundo. Eso hubiera sido una buena liga.