Emer Reynolds firma este nuevo manifiesto en pro de la figura del líder de Thin Lizzy, Phil Lynott. Cantante y bajista del grupo de los 70, su figura queda aquí un tanto opaca por incidir no tanto en su arte y su esplendor, como sí en la melancolía y nostalgia que dicen que tenía con, entre otras cosas, su tierra natal, hecho que lo deja con una cierta pátina de tristeza.
A medida que avanza el documento, Reynolds no parece querer incidir en su arte ni en la superación que tuvo cuando, por ejemplo, cambió de grupo y renovó su música, y sí ahondar en lo personal pero siempre con una mirada triste y un tanto oscura. Esto no parece llevar a gran cosa, puesto que luego tampoco se vislumbran las verdaderas razones de su suicidio. Durante todo el metraje, se elude sus escarceos con las drogas, pero luego, ya al final, lo tratan como un problema que tuvo de siempre, cosa que también queda ambigua. A él lo vemos poco, más a su familia, pero aun así no dejamos de tener presente su sello musical a ritmo de su bajo y por qué fue tan singular.
Destaca los problemas que tuvo con el racismo y exclusión que sufrió, al ser un mestizo en Irlanda, pero tampoco a él, al protagonista, lo vemos poco reafirmándose al respecto, una constante imagen de una cinta cada vez que su voz está presente. Sí vemos a sus amigos, compañeros de grupo, e incluso a un Adam Clayton de U2 sentenciando una máxima respecto al rock y a la vida, afirmando literalmente que “a esa edad, eres capaz de hacer cosas que no podrás volver a hacer nunca más, pero de eso no te das cuenta hasta que cumples los 35.”