Netflix: Fragmentos de una mujer

Crítica por Mily Hual (@Metropolisbcn)

Duelo y redención en Fragmentos de una mujer

No es fácil adentrarse en Fragmentos de una mujer, película dirigida por Kornél Mundruczó (White God, Jupiter’s Moon) y escrita por Kata Wéber, después de sobrepasar la primera media hora, donde asistimos a un parto en casa que cierra con un fundido a negro y nos deja con el corazón en la garganta. No es fácil, no porque la destreza del director sea menor, porque el guión no se sostenga (como ese puente que nos sirve de metáfora), ni porque las actuaciones no sean dignas de las mejores alabanzas (Vanessa Kirby se llevó el premio de Mejor Actriz en el festival de Venecia). No es fácil porque nunca ha sido sencillo, ni para el cine ni para ninguna otra representación artística, poner sobre la mesa la pena, el dolor y el duelo por el que pasan las personas que pierden a sus hijas. Es un tema tabú que, por lo general, ha servido como recurso de guión para dar un giro a una historia, pero muy pocas veces nos vemos sumergidas en él, sin más pretensión que diseccionar los sentimientos por lo que pasan las personas que sufren tremenda pérdida. 

En una entrevista, Kata Wéber cuenta que la historia parte de un encargo que recibió para una obra de teatro. Tal vez de allí nazca su puesta en escena teatral y los planos largos y coreografiados que construye Mundruczó, y también esos 23 minutos en los que el espectador vive el parto de Martha y Sean en primera persona, con una cámara montada en un gimbal que nos mueve con delicadeza y cercanía en los momentos más personales y críticos de la historia. Este parto, que es la parte central de la cinta, tiene detrás un trabajo técnico y de actuación que lo hacen memorable, y es precisamente esa magistralidad lo que termina por eclipsar las decisiones narrativas del resto de la película. Una vez acabado el prólogo, el resto de la película se antoja errática, entre planos que buscan poner al espectador en los zapatos emocionales de los personajes, que diseccionan los fragmentos de Martha, Sean y compañía, para acompañarlos en sus propios viajes sin vaticinar redenciones. 

Aunque la puesta en escena vaya a menos, la película se sostiene en las impresionantes actuaciones de Vanessa Kirby y Ellen Burstyn. Madre e hija llevan el duelo de manera opuesta, pero no por eso menos real, menos doloroso, ni menos valiente. Ambas ya se escuchan en las quinielas para unas posibles nominaciones a los Oscar, y aunque Kirby ya ha sido premiada en Venecia, Burstyn bien se merece un reconocimiento por su interpretación de esta madre de voluntad férrea, pasado tormentoso y que busca la justicia en su vida a través de las vivencias de su hija, aunque eso signifique tomarse unas licencias que ponen de manifiesto el comportamiento clasista para con su yerno. La escena en la que ambas mujeres enfrentan sus puntos de vista logra reconducir el film, y vuelve a tomar rumbo a través de la manifestación de la discrepancia, del duelo y las vivencias personales, que al fin y al cabo son eso, personales, y que no se pueden forzar, ni siquiera con la mejor de las intenciones. 

Fragmentos de una mujer recoge las piezas que va dejando el personaje de Martha a través de toda la cinta, teniendo su cúspide en la escena del juzgado, cuando la vemos enfrentarse a un juicio que parece más una farsa, que no le dará la tranquilidad que busca y que no responde a sus necesidades emocionales. Ganar no significa condenar. Para Martha, ganar es expresar su verdad y sanar.

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