Después de su Train to Busan de 2016, el surcoreano Sang-ho Yeon nos trae gracias a A Contracorriente Península, un verdadero ejercicio de mejora de su inmersión en el género de zombis. Si la primera entrega pecaba de aburrida en sus situaciones y carecía del mínimo sentido del humor, con esta secuela se supera en una auténtica fiesta para zombie-lovers. Ante un mundo en guerra loco y hostil, aparece un tesoro o un botín con que hay que hacerse, como ya ocurría en Los violentos de Kelly, de Brian G. Hutton, o en su posterior revisión Tres reyes, de David O. Russell, de ahí, podemos disfrutar de un poso propio del John Carpenter de Asalto a la comisaría 13, 1997: Rescate en Nueva York, Vampiros o Fantasmas de Marte, e incluso del James Cameron de Aliens y su Terminator 2 (por no hablar ya de su parte central que evoca a aquel Mad Max, más allá de la cúpula del trueno).
Son muchas referencias, pero es que así son las películas que levantan festivales, y esta lo es. Mientras la disfrutamos, puede que notemos que peca un poco de abusar del formato videojuego, pero se le perdona porque, al final, la acción te las comes o, mejor dicho, te dejas morder a saco, por cada nueva loca secuencia. A diferencia de otros como Robert Rodriguez, no resuelve las situaciones con ingeniosos trucos ni locas piruetas, y todo lo que nos muestra acaba volviendo de forma notable, desde el último secundario hasta la primera coña, como es el caso de ese coche teledirigido que veremos al principio.
Es de agradecer que no nos encontremos de nuevo ante una de esas cansinas zombie-walks en las que vamos viendo cómo destrozan los cuerpos y los caretos de los monigotes con diferentes y estrafalarias técnicas, desde una pala en la boca hasta un arponazo en el ojo que deja el cráneo incrustado en la pared. Tampoco estamos ante la aguda mirada de George A. Romero con la cual se parodiaba a la sociedad de consumo a la que todos íbamos abocados como muertos en vida (véase Zombie, del citado autor, y las caminatas de hordas de seres por los centros comerciales). Aquí tenemos un zombi que asusta por su alteridad, porque es algo que ha dejado de ser tú mismo, y encima más rápido y agresivo, más cercano al de 28 días después de Danny Boyle o al de Guerra Mundial Z de Marc Foster o incluso a aquel Amanecer de los muertos de Zack Snyder.
En general, es un nuevo título imprescindible para los amantes del género zombi nivel Premium, y para un pase previo con merienda y golosinas antes de una de sus zombie-walks. Por cierto, Península iba a estrenarse en Halloween de 2020, al final, la infección real no lo permitió; disfrutemos ahora, que aún podemos, de ella y de las salas.