«Chavela Vargas no pudo haber escogido a mejor sucesora». Lila Downs pasó por el Guitar Bcn

Crónica del concierto por Sara Martínez

Lejos de ser un producto folclórico estereotipado, la mexicana Lila Downs  ha demostrado una vez más que merece ser una de las artistas más destacadas y también premiada de América Latina. Con ya varios shows a sus espaldas de este tour Volver, Lila nos regaló una noche fantástica en la Sala Apolo, junto a su banda formada por ocho maravillosos músicos que la arroparon en la interpretación de sus grandes éxitos.

Sus composiciones combinan y se mueven entre géneros y ritmos distintos como los africanos o latinoamericanos; la cumbia, las rancheras, boleros, corridos mexicanos y, también ritmos comerciales como la música pop y otros estilos derivados del jazz, hip-hop, funk y música popular norteamericana, aunque evidentemente predominaron sus raíces oaxaqueñas. La puesta en escena de Lila es viva, enérgica y colorida, con ella podemos sentir cómo se dispara nuestra felicidad y se deleitan nuestros sentidos con sus atuendos, cambios de rebozo y múltiples pañuelos, pero también podemos soltar una lágrima viéndola interpretar sus boleros más melancólicos. Con su voz sonora, potente y profunda cantó La Martiniana, y también un son tradicional de la región de Tierra Caliente, La Tortolita, donde se arrancó con un vigoroso zapateado para cambiar completamente de estilo y seguir con Mirrors, una especie de mezcla entre blues y rock progresivo.

La noche tuvo sus momentos patrios álgidos cuando Lila cantó Urge, bolero norteño del gran Vicente Fernández y tras tomar un traguito de mezcal y ponerse un sombrero de charro para alzar un grito reivindicativo a ritmo de Zapata se queda! cambió el sombrero por un rebozo artesanal confeccionado por un grupo de mujeres de Michoacán con una técnica prehispánica y con toda su entereza y cariño cantó Cucurrucucú Paloma desplegando su divina voz y arrancando esas prometidas lágrimas al público. Estas lágrimas, Lila las cambió por despecho cuando interpretó Fallaste Corazón y el público comenzó a gritar con su mismo ímpetu el estribillo. Entre tanta variedad, la noche no se puede quedar en canciones nostálgicas y melancólicas y Lila supo encajar perfectamente y en el preciso instante dos de los temas de cumbia más rompedores de pistas, La Cumbia del Mole y Cariñito, homenajeando también a la cumbia peruana y creando uno de los momentos más emblemátiicos de la noche.

Como nunca el primer adiós es el definitivo, Lila y su banda reaparecieron para ofrecernos las últimas cuatro canciones de la noche y acabar con este deleite de folclore mexicano y latinoamericano, muestra del amor y respeto que siente la artista por su origen y raíces. Mezcalito, empezó este bonus con un traguito de mezcal y, por supuesto, Mezcalito, chilena oaxaqueña fusionada con ritmos de ska-rock, dando ejemplo de lo carismática que puede llegar a ser Lila. Y tras Paloma Negra, pudimos reafirmar que Chavela Vargas no pudo haber escogido a mejor sucesora.

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