Cuando vemos, oímos o decimos «latino», siempre lo asociamos a Latinoamérica, pero en realidad, la cultura latina fue impuesta en América por parte de los latinos (España, Portugal, Italia…). Así, con un brillante juego de palabras un grupo de latinoamericanos y españoles presentan en Berlín la quinta edición del Festival Lakino: juego de la palabra latino y kino (cine en alemán). Catorce fueron largometrajes presentados del 7 al 15 de noviembre. El público, que acudió al popular cine Babylon en la Plaza de Rosa Luxemburg, muy cerca de Alexander Platz, premió a la chilena «Cabros de Mierda» (Gonzalo Justiniano) que obtuvo el primer premio, y a la mexicana «Tiempo de lluvia» (Itandehui Jansen) en segundo lugar. La película de Justiniano nos traslada las condiciones duras que deben enfrentarse tres generaciones mujeres durante el periodo del dictador Pinochet y la reconstrucción del asesinato de un cura. Mientras que Jansen nos cuenta ese abismo entre las aldeas indígenas y la mega ciudad de México D.F. Los dos directores respondieron las preguntas, dudas y comentarios del público tras las proyecciones. En cuanto al los documentales, el primer premio se lo llevó el brasileño, en coproducción con Holanda y Suiza, «O Processo» (María Augusta Ramos), en el que que muestra paso a paso todo el proceso contra la ex presidenta Dilma Rousseff y todas las irregularidades notorias del mismo para cambiar el rumbo del país más grande de Latinoamérica. En segundo lugar, el brillante documental sobre el músico y político panameño «Yo no me llamo Ruben Blades» (Abner Benaim), ya comentada en Bazar Show Magazine.
La banda sonora del festival la puso Mon Laferte, quien llenó la sala Festsaal Kreuzberg (del tamaño del Apolo en Barcelona). Ahí, se sentía la cultura latina (Latinoamericana y española) en la música, el baile y el idioma que predominaban. Entre el público, muchos también eran los alemanes y alemanas que acudían con sus amigos hispanohablantes. Mon Laferte hizo bailar y emocionar al público Lakino con su potente voz, la mezcla de los ritmos latinoamericanos y su sensualidad mezclada con la ternura.
Entre las películas destacadas, cabe señalar la sorprendente y dura «Petra» de Jaime Rosales, quien nos tiene acostumbrados a dejarnos sentados en las butacas y revueltos por dentro con sus finales, con muchas emociones encontradas. Con Petra, el drama y la intriga se mezclan y te hacen llevar las manos a la cara tras las numerosas sorpresas y descubrimientos sobre los personajes a lo largo del largometraje. Mientras la película de Rosales cubría la pequeña pero excelente cuota española, no cabe duda que en proporción de tamaños reales, el cine latinoamericano ocupó el resto del programa. Películas chilenas como «Dry Martina» (Che Sandoval) o «La isla de los pingüinos» (Guille Sohrens); la argentina «El motoarrebatador» (Agustín Toscano); la impresionante peruana «Wiñaypacha» (Óscar Catacora) que ha sido preseleccionada para representar a Perú en los Oscars, se destaca por su belleza, su interesante historia y por ser la primera película en lengua Aymara. Toda una joya. «Comprame un revólver» (Julio Hernández Cordón) otra mexicana y para la memoria histórica, la uruguaya «Ejercicio de memoria» (Paz Encina). Como viene siendo habitual, el cine colombiano también puso una cuota importante donde encontramos un Western «Sal» (William Vega), donde no es claro el límite entre la supervivencia y lo moral; «Señorita María, la falda de la montaña» (Rubén Mendoza), un imprescindible documental sobre la transexualidad en las zonas rurales colombianas y «Fullhachede» (Carola Navas y Catalina Torres), que nos sorprendió con la diversidad, pasión y sueños de un grupo de jóvenes bailarines en el pacífico colombiano en el que la cultura colombiana y las nuevas tecnologías, influenciado por la visión estadounidense, se mezclan dando una explosiva fusión y contradicción social.