Tras un matrimonio de 25 años, su único hijo decide independizarse y viajar a otro país. Al llegar a casa y bajo la ausencia de él, Marcos (Ricardo Darín) y Ana (Mercedes Morán), se hallan ante un vacío que no saben cómo normalizar.
Juan Vera nos propone una comedia romántica, que aunque llevaba a cabo mediante una fórmula cinematográfica clásica, es una delicia poder disfrutar. Desde el inicio, prácticamente como en cualquier comedia romántica que el cine mayoritario nos tiene acostumbrados, sabemos claramente cómo va a finalizar, pero en este caso, el camino es lo que nos hace levantarnos de la butaca con una sonrisa.
Con toques posmodernistas a lo Godard, primero caminamos al lado de Ana. Tras prácticamente finalizar su rol de madre, se plantea cuál es el sentido de su existencia ahora, cuál es el siguiente reto, y ya no sólo como mujer, sino como proyecto conjunto con su marido Marcos. Aunque él intenta pensar que es algo transitorio, se da cuenta tras hablar con su pareja que él tiene las mismas inquietudes y que no sabe cómo afrontar esta nueva etapa. Tras meditarlo quizá de una forma apasionadamente rápida, deciden separarse de mutuo acuerdo. Sin discusiones, sin gritos, mirando a un nuevo proyecto como individuos, de forma solitaria.
Como apuntábamos al inicio, lo importante de este largometraje no es el final, es el trayecto. Son las ingeniosas conversaciones de los dos protagonistas con familiares y amigos. Son sus propios monólogos intentando auto analizarse y saber qué es lo que ocurre en su interior y qué es lo que realmente buscan en este momento concreto de su experiencia vital.
De la mano de estos dos grandes actores, nos enfrentamos ante una reflexión de la vida, ante pensamientos acerca de qué es estar enamorado, qué es lo que significa el amor, o a qué aspiramos en las diferentes etapas de nuestra existencia.
Un largometraje tierno, sincero, muy intimista y reflexivo que nos hace sonreír.
Lo mejor: La búsqueda existencialista de sus personajes con los traspiés divertidos que plantean en su camino y la gran interpretación de sus dos actores protagonistas.
Lo peor: La fórmula de comedia romántica, aunque en este caso funcione a la perfección.
Haizea Etxebarria Compes