Vértigo Films estrena el jueves 5 de diciembre «El Traidor», dirigida por Marco Bellochio – crítica de Rafa catalán

Tal y como revela el título de la cinta, su protagonista, Tommaso Bruscetta, es un traidor. Es uno de los capos de la mafia italiana que, ante una guerra de los altos mandos y tras no haber podido evitar el asesinato de sus hijos, huye a Brasil renegando de su pasado. Al volver a Italia por orden de las autoridades brasileñas, decide unirse al juez Giovanni Falcone, con quien tirará de la manta y romperá el pacto que hizo en su día con la Cosa Nostra. Estos hechos reales podrían ser la excusa, en manos de otros autores como el también presente en cartel Martin Scorsese (más presente en tele que en cartel, por cierto), para idear la panorámica de una vida y una redención, o bien el paso por los infiernos de la mafia de un hombre para radiografiar a un grupo o a un país. Pero en El traidor, su director Marco Bellochio, es más sintético y no se anda con chiquitas, va directo al grano, nos lo muestra todo de manera directa y contundente, casi visceral.

Como en la mayoría de las obras del mismo tema, en El traidor no vemos el origen de la esencia, de la Cosa Nostra, de la mafia. Aquí nuevamente, la familia o crimen organizado es algo ancestral donde un personaje entra o sale, pero es algo inamovible que viene de tiempos remotos. En ella iremos nuevamente de la mano de su personaje para acercarnos a ese mundo y conocer su estructura. A diferencia con otros autores, en especial los norteamericanos, el director italiano nos ofrece algo más cercano al informe policial, con largos juicios, careos, datos e informes. Una presentación de los hechos que nos lleva directamente al cine de los 60 y 70 de su maestro Francesco Rosi. Su mirada bebe más del compromiso moral con el espectador, propio de los Salvatore Giuliano (1962), El caso Mattei (1972) o los Excelentísimos cadáveres (1976) de Rosi. Una veracidad cercana a la intelectualidad burguesa de izquierdas de aquellos años, más fiel a los hechos reales y al documento, en lugar de los dramas operísticos de El padrino (1972) de Coppola y de la noria de personajes glamourosos del Scorsese de Malas calles (1973), el Casino (1995) o El irlandés (2019). De ahí que El traidor desborde en clasicismo y a la vez en una especie de puesta al día de ese cine solemne y a la vez valiente, en tanto que narra con una objetividad férrea.

Destaca el personaje secundario del siciliano Lo Cascio, el cual puede que sea la única nota de frescura ante semejante documento. Con su dialecto que nadie entiende y su aspecto enclenque, podría ser la versión seminal de aquel Joe Pesci de Uno de los nuestros (1990), alguien nacido de y para la mafia, un representante único de ese mundo ancestral y eterno de la Cosa Nostra.

Rafa Catalán

 

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