Presente como un espectador más, el alma de Bola de Nieve nos rodeó con sus brazos la noche del 28 de noviembre en el lugar que Bola, en vida, conoció como Teatro Español y, hoy día, Martirio y Chano –y nosotros- conocemos como Sala Barts. Bola, apodado por Alberti como el Lorca Negro, fue un vanguardista, un increíble intérprete del bolero filin y un ser humano sin fronteras para su arte, con el cual viajó y lo regaló a todo aquél que lo pudiera necesitar. Así hizo a finales de los cuarenta en Barcelona, en la misma Sala que nuestra cita con Martirio y Chano –en aquella apoca bautizada como Teatro Español-, un fantástico dúo al que desde hace casi quince años no veíamos colaborar.
Para Chano Domínguez y su magia en el piano no existen adjetivos con suficiente peso en el diccionario, así como tampoco existen para describir la simbiosis entre ambos, que se tradujo en una dosis de energía que poco a poco iba llegando a cada una de las butacas de la Sala Barts cuando a golpe de tecla durante casi diez minutos nos fue preparando para la noche, que se abrió con la primera canción del disco Tú no sospechas.
Y Martirio, ese ícono de la transición, de la revolución, de lo femenino y de lo feminista, de la sensualidad, del amor y del humor, nos hizo sentir como en casa entre canción y canción. Y es que, por eso la onubense ha defendido siempre la reivindicación de lo doméstico y de lo popular como resistencia –nos habla, sin tapujos, entre canción y canción de las mañanas en chándal, las camas vacías y la resaca emocional- y ello es palpable en sus conciertos con el rasgo tan distintivo y propio como son los diálogos con el público y una suerte de stand up, en el que la onubense expone tópicos como el desamor, el amor y nos animó a querer, porque que miedo da querer, aunque sea lo más grande de este mundo, sentenció antes de poner voz a Alma mía. De quitarnos los miedos, de desvestirnos de las mentiras, del orgullo y otra vez, de amar, habla su tierna y arropadora voz en Me dices loca, pero también sabemos que la tristeza y la desesperanza siempre son protagonistas en los boleros y así pensábamos el jueves con No puedo ser feliz y Vete de mí, la canción más aplaudida de la noche y el paso previo a La Vie en Rose y a los bises de un show que recorrió de principio a fin el nuevo trabajo de Martirio y Chano.
Pese a que con mucho raciocinio Martirio dijera recientemente que cantando la canción afrocubana más pura se siente fuera de lugar e interpretando algo que no es suyo y que pertenece a otros, desde la humildad y como cierre nos regaló El Manisero, y alejadísima de cualquier tipo de apropiación cultural o temor que pudiera haber expresado con anterioridad, despidió a Bola con un guiño a su tierra, a sus raíces y, también, a su resistencia. Gracias Martirio y Chano por la música y la conversación, gracias por visitar Barcelona y encender nuestros corazones.
Texto: Sara Martínez
Foto portada: Belén Martín Vázquez