Ante la inquietante pregunta que le hicieron a Jean Cocteau y a Salvador Dalí acerca de qué salvarían en caso de quemarse el Museo del Prado, el segundo respondió vehemente: “¡El aire contenido en Las meninas de Velázquez, porque es el hay aire de mejor calidad que existe!”. Este es uno de los pocos archivos que se ven en Pintores y Reyes del Prado, de Valeria Parisi, y es importante ya que, por un lado, nos encontramos ante un documental con pocas escenas en las que se representa los hechos históricos a los que se refieren; y por otro, porque el aire al que aludía el genio ampurdanés está presente en casi toda la cinta.
Con motivo de haber cumplido doscientos años y con cerca de tres millones de visitas anuales, el Museo del Prado es prácticamente diseccionado por la directora Valeria Parisi y, de la mano del actor Jeremy Irons, nos hace uno de los mejores tours que se pueden hacer por sus salas. Con ellos respiramos ese aire de Velázquez primero y daliniano después, nos introducimos en los inicios y la historia que culminó uno de los mayores museos del mundo, pero, sobre todo, disfrutamos de sus joyas más importantes y de sus detalles.
Sin duda hay datos de la Historia de Europa y de la Historia del Arte, como son los episodios de la Restauración de Nápoles o la presencia de Tiziano en Venecia, y para ello su autora nos lleva hasta esas ciudades para explayarse, pero siempre con el ritmo que requieren los hechos, más cercano a la sinestesia que no a una mera correlación de datos. El movimiento de la cámara y el montaje respeta el espíritu de lo ceremonioso de las salas y es uniforme, puede que incluso demasiado, de manera que a ratos se añore un par de cambios que amenicen el tono global, pero aun así el contenido es poderoso y sigues hipnotizado ante los lienzos y sus avatares. Como esa audioguía que nos susurra cuando paseamos por sus salas, Pintores y Reyes del Prado sería el mejor documento para una visita virtual, antes de disfrutarlo in situ.
Rafa Catalán
