Asi ha sido la ceremonia de entrega de los Premios Oscar 2020 según Rafa Catalán

Como cada año, me dije “Esta vez no pienso verlo”, porque como cada año, me dijeron “Será igual de aburrida que siempre”, pero como cada año, pasé a ser uno de los nominados que se dice a sí mismo un “Sé que acabaré viéndola”, y como cada año, acabé pasándome la noche en vela viendo la gala de entrega de los premios Oscar de Hollywood. Por suerte esta vez ha sido un poco distinta: ahora que ya conocemos el palmarés, sabemos de la gran innovación que ha supuesto galardonar a Parásitos tanto a Mejor Película como a Mejor Película Internacional, y con él, otros cuatro premios en total. Pero el resto sí, un tanto aburrida, a decir verdad. Ya no por aquellos premiados que se enrollan con sus agradecimientos, sino por la falta de un host que empuje la fiesta con humor del bueno, tanto en un buen monólogo de inicio, como en momentos cruciales como suele ser el tramo de los documentales, que sin un par de frases ingeniosas se hacen duras de verdad. Desde hace un par de años no hay conductor en la gala, y el anterior en lucirse fue un Jimmy Kimmel que, sinceramente, es brillante cada noche en su late-night (se puede ver en youtube). Y lo fue aquel año, a la hora de lidiar el momento de los sobres envenenados de La, la, land. Otros tiempos eran – no me iré a los de Bob Hope ni Johnny Carson – los de Billy Crystal, donde el número de inicio en el que presentaba las cinco nominadas ya era pura comedia musical. De acuerdo, ya no hay presentador, pero sí quedan estrellas, no lo digo por Joaquin Phoenix, que es actor del método y es de los que están más por enrollarse en causas climáticas, lo digo por otros como Charlyze Theron y Penélope Cruz, o Brad Pitt y Leo DiCaprio, de los pocos herederos de lo que otrora fue el glamour de la era dorada Hollywood (de ahí que estos dos últimos protagonicen una obra con Hollywood en su título).

A nivel de espectáculo, como siempre: todo sincronizado al milímetro y, a la que un premiado se enrolla con la lista de familiares a quien dedica el premio, se sube la música y se pasa al siguiente tramo. Lo mismo que la famosa alfombra roja, (¡única y verdadera “antesala de los Oscars”!), donde las estrellas comentan frívolamente cómo lucen sus joyas y vestidos. Muy distinto a lo que decía hace unas semanas José Luis Garci, cuando recordaba que, en la citada alfombra, hace unos 40 años, Faye Dunaway hablaba del rodaje de Network y de la profundidad de su personaje, sin reparar en si su vestido era de Chanel, o sus joyas de Swarovsky.

En compensación, este año ha habido un detalle verdaderamente cinéfilo, más cercano a los festivales europeos que a las superproducciones y los superegos hollywoodienses, casi un momento Cannes. Bong Joon-ho recibiendo su tercer Oscar, el de Mejor Director, y citando a sus amados rivales, por un lado, a Martin Scorsese, de quien recordó su máxima “lo más personal es lo más creativo”, provocando así una ovación del público al autor de Goodfellas, y luego a un Quentin Tarantino, que nunca olvidaba en sus listas de pelis favoritas, al ahora ya maestro coreano.

Rafa Catalán

 

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